Este podría ser el capítulo cero de esta saga de columnas que comenzó en septiembre del año pasado. El prólogo.
Alguna vez hablamos del poder de declarar intenciones, de métodos para encontrar lo que nos hace fuertes o cómo filtrar proyectos, exploramos el concepto de abundancia, el poder de las palabras y la diferencia entre sentirnos responsables y protagonistas versus víctimas de nuestra propia historia.
El tema es que si nuestros estándares personales son bajos, si no tenemos propósito alguno, ¿cuánto nos puede servir todo esto?
Lo que propongo hoy es que subamos nuestros estándares personales. Oración simple, concepto complicado de asimilar realmente. Espero que cada una haga una versión de “elige tu propia aventura” sobre el aspecto (¡o los aspectos!) de sus vidas donde esto podría resonar mejor antes de seguir leyendo.
A veces creo que por ser mujeres estamos culturalmente programadas a no esperar gran cosa de nosotras mismas. Ya sé que esto está cambiando, pero lo digo en términos generales y para entender que tal vez el planteo viene desde un lugar más macro y por eso es tan relevante empezar a modificarlo.
Subir nuestros estándares personales tiene que ver con animarnos a creer que somos capaces de dar más, hacer más y… recibir más.
El primer paso es permitirnos imaginar un escenario distinto al actual. Poder visualizarnos más sanas, con mejores proyectos o ingresos, con una vida sexual que nos llene, lo que sea. Probemos, aunque incomode, sin reírnos o descartarlo como imposible.
Lo que sigue es analizar qué parte de nuestras creencias tendremos que derribar. Debajo les acerco material para que indaguen sobre esto. En definitiva, hay una voz que nos dice que no podemos y para subir nuestro estándar, vamos a tener que ponerle nombre, entender de dónde viene y quitarle todo tipo de autoridad porque, créanme: podemos.
Una vez destrabado esto, vamos a tener que ocuparnos de hacer más o distinto. Nuestras rutinas, la sumatoria de acciones que encadenamos en el día a día, marcan nuestro estilo de vida y lo que podemos lograr.
Ahora toca revisarlas y ajustarlas. Nadie es “exitoso” o fracasa de un día para el otro, es la acumulación de pequeñas decisiones que nos llevan a eso. Dependiendo del aspecto de su vida donde decidan hacer un upgrade, revisarán las acciones o creencias en torno a eso.
Finalmente, lo más difícil. Subir nuestro estándar sobre lo que creemos merecer. Dejar de cuestionar lo lindo, los mimos, los regalos de la vida. No empañar un momento de celebración y reconocimiento. Como me dijo mi amiga Vik, “decí gracias y disfrutalo”.
No tengo dudas que todas podemos dar más, hacer más y recibir más en los términos y parámetros que nos sirvan a nosotras. Sólo me daría pena que creamos que no o que le creamos a alguien que nos dice que no.
Vibremos merecimiento.
May.
+ INFO:
“El Camino del Artista” de Julia Cameron. Ofrece gran variedad de ejercicios para destrabar viejas creencias.
“Looking past limits” por Caroline Casey. Esta charla Ted es una invitación irrechazable para reflexionar sobre nuestras limitaciones: “¿Qué quieres ser? ¿Qué harás diferente?”
Esta columna fue publicada en revista Ohlalá en el mes de mayo de 2015.
Escribí esta columna en abril, mientras recibía una invitación a ser la tapa de revista Brando (revista de tecnología donde salen siempre hombres famosos en su tapa) del mes de mayo, cuando salía esta columna. Si me disculpan, creo que la usé como una carta a mí misma.
Me costó aceptarlo varios días. Hasta que decidí que si lo hacía, era para disfrutarlo.
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