Aventurarse, explorar, dar el salto. La adrenalina del inicio, las ganas de empezar algo nuevo. Cuando entendés qué querés y por qué lo estás haciendo, creo que no hay momento más lindo. Pero si sentís el impulso de querer moverte de dónde estás, de ponerle saborrr a la vida y no sabés qué querés o por qué lo harías, la ansiedad y angustia al leer “Emprender Aventuras” pueden ser enormes.
La propuesta no es tener todo 100% claro antes de empezar porque transformaría la experiencia de emprender aventuras a lo desconocido en una lista estructurada que perdería la mismísima esencia de explorar. Buscamos agregarle una curva de aprendizaje más, la mayor de las aventuras: viajar hacia nuestro interior.
Pensé estas preguntas que pueden inspirarte en dar un marco y mayor sentido a la experiencia:
1/ Ecualizar nuestra personalidad. Escribí tus características más salientes, las que te dicen o te decís. Al lado de cada una, decidí si querés subirle el volumen, bajarlo o dejarlo igual. Podés usar flechas al lado de cada palabra. Después escribí un mini párrafo.
“Tomaré esta exploración como una oportunidad para ser menos x, probar ser más x, sostener mi forma de x.”
2/ Desafiar nuestro propio statu quo. Escribí por lo menos diez creencias que tengas sobre la vida. Llamaremos creencias a esos filtros con los que miramos el mundo, nuestro punto de vista. Intentá que sean las que te limitan y escribilas como máximas (generalizaciones).
“Para que te vaya bien, tiene que haber sacrificio”, “Si no estudiaste, no podés hacerlo”, “Los hombres son egoístas”, “Si sos sensible, te pasan por arriba”. En cada rubro tenemos varias creencias operando.
La idea es seleccionar algunas que creas que podrías flexibilizar, desafiar. Si ya elegiste tu aventura, buscá una que puedas salir a testear. Si todavía no sabés, este punto puede ser inspiración para definirla.
3/ Diseñar el aprendizaje. Si encaro esto, ¿cómo me aseguro que valga el esfuerzo? Intencionando aprender. Toda buena historia contiene personajes que se transformaron, empiezan siendo ordinarios y retornan cambiados.
En el punto 1 y 2 buscamos disparadores de esta transformación, en este punto somos más literales: ¿qué quiero aprender? Escribir
“Si al final de esta travesía logro saber más de x tema, consigo entender más sobre cómo x afecta las relaciones, puedo masterizar x habilidad, habrá valido el esfuerzo sin importar el resultado.”
4/ Profundizar nuestros dones. Muchas veces sentimos que somos buenas en situaciones puntuales o nos sentimos a gusto en ciertos momentos y cuando miramos las horas del día, nos damos cuenta que esos contextos solo aparecen de vez en cuando o casi nunca.
Escribí todos esos momentos donde hacer te llena de energía, donde el tiempo pasa volando, donde sentís que hiciste un aporte a los demás y sirvió y te gusta. Todos tenemos dones y vinimos acá para compartirlos.
Si te da vergüenza podés pensar que es egoísta de tu parte no hacerlo porque por ahí pasa nuestra singularidad y si miramos el mundo hoy es más que evidente que necesitamos de todos en nuestra mejor versión para que empecemos a sanar. Entonces, fijate si tu aventura puede potenciar tus dones o ayudarte a conocerlos mejor.
5/ Nuestros Términos y Condiciones. Cuando trabajo con personas que se acercan para autoconocerse o cuando emprendo nuevos proyectos, escribimos intenciones, promesas de cómo lo haremos. Podés escribir tu propio framework.
“Encararé esto con paciencia hacia mí misma.” Optaré por hacer x, siempre y cuando no x”, “Cuando me sienta x, me recordaré que..” No tiene que ser complejo ni extenso. Podés hacerlo más inspiracional para revisarlo en momentos donde dudes cómo seguir o por qué lo estás haciendo.
No hay mayor aventura que la de buscar entender quién soy, cómo puedo abrirme al amor y sentirme a gusto conmigo misma. Paradójicamente, en base a esto, nos deseo poder “volver a casa”.
May
Columna no publicada (pero encontrarás fragmentos de Emprender Aventuras) en revista Ohlalá en Marzo 2018.
Isabel Reinoso says
Gracias por compartirlo. Me sirve de mucho
Dolo says
Gracias!!!!!